jueves, 11 de enero de 2007
domingo, 7 de enero de 2007
Inocente Hechizada 2007
"El personaje de Hechizada es muy dulce, muy inocente, no dice malas palabras. En cambio Moni Argento es una sacada..." [Florencia Peña, Entrevista La Nación]
La producción argentina televisual 2007 contará con una versión remozada de la historia sesentista norteamericana de "Hechizada". En ella la bruja Samantha (Florencia Peña en esta versión) se casa con el "hombre común" Eduardo Santín (Gustavo Garzón), quien le pide que no haga magia, contra la oposición de la familia de ella.
Esta teleserie ha sido el foco de variadas miradas desde el mundo intelectual.
* La Dra. Helford, Directora del programa de Estudios de la Mujer de la Universidad del Estado de Tennessee, refiere que:
"[Samantha] no trabaja fuera del hogar, pero puede ser vista como articulación simbólica de los deseos femeninos (al menos de las mujeres blancas de clase media) en roles otros que los de esposa y madre, a pesar de mostrar semanalmente inteligencia y poder más allá de los del mortal varón que llama 'esposo'. Esta inteligencia y poder estaba regulada: a requerimiento y demanda justamente del hombre' [Helford, E. R. (2000). Introduction. En E.R. Helford, (Ed.) Fantasy Girls: Gender in the New Universe of Science Fiction and Fantasy Television (pp. 1-9). New York: Rowman & Littlefield Publishers, Inc.]
Esto equivale, en algún sentido a un "gatopardismo", en un mundo donde se replanteaban los roles de la mujer, cambiar para que nada cambie.
* Para la Dra. Susan Douglas, Profesora de Comunicación en la Universidad de Michigan, el personaje intentaba mostrar cómo una imagen de mujer muy superior al varón puede conciliarse con la auto-subordinación al deseo y ego masculino. [Where the Girls Are: Growing up Female with the Mass Media. New York: Times Books, 1994. 133-134.]
...
Lejos de los clásicos francotiradores seudo-intelectuales contra la fantasía, retorna la magia a las relaciones familiares del 2007.
Levantemos las copas. Leer más...
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sábado, 6 de enero de 2007
Desde ahí
Siempre más adentro.
Horadando la piel,
las vísceras, los órganos
y el plexo.
Más adentro.
Donde no tiene acceso la conciencia,
ni la voluntad, ni el pensamiento.
Adentro,
sitio cavado por una sola palabra
cavada por el olvido
que fue cavado en silencio.
Dentro del borde
que comulga entre la vida
y la muerte
surge eso que no cabe
en ningún afuera.
A veces tiemblan
las tonalidades del alma
que no hemos sabido reconocer.
Adentro:
como sangre que se bate a duelo
con esa sola palabra.
La palabra que encuentra su huella
en el eterno romance
del agua y la arena.
Sin prólogo
nace lo inexplicable
--[por Mariano99]
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Mientras tanto
Están al acecho las palabras
que se fugaron
del libro de la soledad.
También las otras,
las que se ausentan
al ser contempladas,
o las que acompañan una voz
hacia la desmesura del desierto.
La aridez del paisaje
adquiere espesura
en esa boca sedienta
que bebe su propia saliva
antes de zozobrar.
Entonces retornan más palabras,
las que no calman al desesperado
ni se arrojan
sobre espacios desconocidos.
Ellas abren paréntesis
donde quepa el desafío
de nombrar este legado,
esta ventana abierta
dentro del muro de cal
que otros han construido
para almacenar temores.
Aquí nadie sobrevive.
Aquí acechan palabras de agua.
Aquí nunca lloverá.
Aquí no hay aquí que resista.
Y sin embargo
aún hablan los fantasmas,
las huellas de otras esperanzas,
los vestigios de una plegaria atendida
y el agotamiento que los cuerpos amados
despliegan hacia lo impensable,
donde lo añil se torna visionario
en la luz de esta noche.
Y la noche cabe
entre esas palabras que acechan
al fugarse del libro de la soledad.
Y cabe la añoranza
del sueño que sueña palabras balbuceadas
entre los labios del viento.
Y es acunada esa añoranza
por esta alucinada naturaleza
que devora aquellas palabras fugitivas,
las atesora,
las guarda en una caja
que se abre
(por los labios del viento)
y son diseminadas por doquier
hasta que otros labios,
en el vórtice del delirio,
logra plasmar en una tela blanca
la imagen inmóvil
de quien ya no espera.
Él es el libro de la soledad.
Él respira palabras de agua
hasta que la transparencia
las fuga hacia otro mundo,
hacia la imagen inmóvil
que es espejo de su rostro.
También la soledad se ha fugado
del rostro.
Allí no hay quien diga yo.
Allí no habrá lenguaje.
Allí hay páramo
que se devora a sí mismo
sin propósito y sin conclusión.
Allí es cementerio de palabras.
El epitafio emana de los labios
del viento:
hálito vital que contiene
el silencio inaugural
de cada palabra
antes de nacer.
Para parir un poema
es necesaria la sangre derramada
desde el tajo que abre
incesantemente
las páginas veladas
al entendimiento
mientras las nubes siguen su tránsito
hacia ninguna morada.
--[por Mariano99]
a las
15:45
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Rastros del silencio
Cae el telón
como caen estos párpados
sobre lo que he sido:
una ilusión.
Implotan versos
dentro del cuerpo tendido
sobre sus propias esquirlas.
Son diseminadas
por el borde inestable
que une el día y la noche.
De allí regresan palabras incendiarias
que nadie ha podido asimilar.
Palabras que realizan su mudanza
por no hallar transparencia.
Palabras que naufragan
dentro de estas venas
antes de volverse señal.
Palabras horadadas por el óxido
que precede su definitiva desaparición.
Aunque el telón haya caído
algo sobrevive
y sopla sobre la nada.
Algo anuncia el cumplimiento de su oficio.
Algo que le sustrae a cada palabra
un mismo latido y una misma imagen.
Es algo que despierta
en un grito ahogado.
Es la lenta inmolación
que amanece con asombro aquí,
en este lecho nupcial,
en este reflejo vacío
que toma mi mano.
--[por Mariano99]
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Umbral
Dentro del reloj
que no marca ninguna hora
alberga el tiempo su morada.
Así sopla el viento
sobre las cenizas de la memoria.
A veces el olvido es un remanso
que acaricia nuestra locura
hasta hacerla dormir
y soñar
y volver a despertar
en otro cuerpo,
en otro lecho
y en una misma condena.
Así renueva su ciclo
el útero en cada poema.
Crear es el verbo
que disuelve los fantasmas
invocados por la necesidad de permanecer.
--[por Mariano99]
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Velo
He asistido al entierro de Dios
en una medianoche que desalojó
a todas las otras noches
de sus lúgubres expectativas.
Mientras descendía el ataúd
arrojamos sangre y tierra
sobre nuestra vasta credulidad.
Oímos la letanía
detrás de álamos y sauces
recortados por una espesa niebla
que ha fijado la imagen
de nuestra orfandad.
El responso lo celebró el silencio.
La despedida será relatada
por una gota de agua
que ha de posarse en la mano
del invierno.
He asistido al entierro
de un nombre falso
tan propio como el propio,
tan presuntuoso como el concepto que se atreve
a la eternidad.
No he contemplado
un cuerpo yerto;
tampoco su ausencia.
Son siglos y milenios
transitados por el cauce
de una sola necesidad:
así hemos demolido la morada
de lo genuino.
No obstante,
percibo en un instante
el epitafio,
el relámpago
que ilumina
tanta ceguera,
la fatalidad
que regresa de todos los oráculos
y la pregunta
que nunca ha sido escuchada.
El mismo relámpago
incendia la puerta del misterio
y perfora los bordes
de un mundo
conquistado por los vestigios del temor.
El mismo relámpago
se desnuda
e ingresa por la mirada subterránea
que despejará sombras arcaicas
antes de despertar.
Cae la primera gota
sobre ojos que no aprendieron
a llorar.
--[por Mariano99]
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