miércoles, 9 de abril de 2008

La casa.

Entonces pensamos huecos en la tierra
para introducir hierro, piedra y arena.

Pilotes profundos.
Vigas de fundación.
Trozos de metal.

Dibujamos a mano alzada
(en papeles arrugados) (en el ómnibus)
balcones o ventanales
que buscaban nuestra propia luz.

Esbozamos tímidos,
(sonriendo para adentro)
siluetas de niños gateando
en la cocina de papel, inexistente aún.

Discutimos largamente
(en noches cerradas)
cómo edificarla.

Y un día, la casa,
(bruscamente)
fue una realidad.

Habitaciones como dedos
que intentaban hacer visible lo invisible,
ese entramado hermoso y perverso de nosotros mismos
esa constante creación y ruptura de diálogos.


* * *

Aquella noche ingresé
(por primera vez)
dentro de la casa,
sobre un piso de cartones viejos,
de aserrín húmedo,
de aroma de alquitrán y gas,

y la casa y yo fuimos sorprendidos

con esa sorpresa mutua
que una mujer y un hombre tienen
cuando él se introduce
(por primera vez)
dentro de ella.

9 comentarios:

El Profe dijo...

Qué placer deleitarme con vuestras letras, es promesa pasar por aquí diariamente.

La casa me gustó mucho, me trajo imagenes, recuerdos y momentos. Gracias por eso.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Cordial Saludo Profe.

Diego

Javier F. Noya dijo...

El sueño que se realiza, que tiene todo el sabor de una consumación, una mezcla de timidez que sólo puede fluir de un gozo inocente, cirstalino, con la figura de la primera vez entre un hombre y una mujer que se desean ardorosamente pero que, también, unirán en ese encuentro fibras íntimas, sentimientos inexpresables y genuinos . Muy bello lo expresado, mucho amor y ternura. Un placer leerlo. Un abrazo

UMA dijo...

Cuando los sueños se ven concretados infiero que se trata de cierta dicha que hace a la felicidad, aunque no exista:)
Besos, Javi, un placer conocerlos.

Javier F. Noya dijo...

Gracias Uma por tu comentario. Creo que si algo hace se parece a la felicidad, o a una sensación de gozo, son aquellas cosas bellas, como este poema de Diego. Besos

Diego dijo...

Gracias UMA.

la felicidad no existe.


sólo que hay cosas tan parecidas que es difícil decir la diferencia.

Una noche de verano en san telmo con el asfalto caliente. Ahí un grupo de ex-compañeros derramando vino por la comisura de los labios entre gringos y una mina fané con tangos respirados bronquialmente. Preguntale al Javi que lo sabe.

Un telo y una sábana. Y los pies tocándose, y los dedos reposando.

Una tarde de otoño con la espalda contra la tierra, entre pastizales con una amiga, evaluando el cielo como un mar invertido.

besos.

Anónimo dijo...

Buenos momentos
buenas sensaciones
sumando
hacia una totalidad
que nos enriquece.

Besos :o)

Carolina Bugnone dijo...

pero qué hallazgo! me pareció muy bello este poema. lo comparto por todos lados, abrazo!

Diego dijo...

Gracias Carolina! Besos!